Para 2030, el 70% de la población china vivirá en ciudades, es decir, 1.000 millones de habitantes. Esta futura demanda por suelo urbano en ciudades ya altamente densificadas estimula a los gobiernos locales e inversionistas a negociar la venta de terrenos con vecinos de barrios deteriorados y/o de baja altura para levantar sendos rascacielos que den abasto a esta gran demanda interna. No obstante, este ciclo de negociación, compra, demolición, construcción y comercialización ha encontrado resistencia de propietarios que se niegan a aceptar las indemnizaciones ofrecidas, mientras las construcciones avanzan sin contemplaciones.
A estas viviendas se les conoce como las casas clavos (钉子户, Dīngzi hù) y a continuación, presentamos ejemplos de vecinos que se resisten a la expulsión inmobiliaria y gubernamental mientras carreteras, rascacielos, oficinas y centros comerciales se construyen en su jardín.
El consabido crecimiento económico de China en las últimas décadas ha repercutido en la rápida urbanización del gigante asiático: desde un escuálido 13% de población urbana en la China de Mao Tse-tung en 1950 a un 26% en 1990 y se espera un 70% para 2030. Según la BBC, para ese mismo año, la ciudad promedio china será de 13 millones de habitantes y los residentes urbanos rozarán las 1.000 millones de personas.
En este escenario, surge la figura de las casas clavos (钉子户, Dīngzi hù), las cuales se volvieron populares como fenómeno urbano en 2007 tras uno de los primeros casos de repercusión mediática nacional: en la megápolis de Chongqing -29 millones de habitantes, al suroeste de China- la pareja compuesta por Wu Ping y Yang Wu luchó durante tres años evitando la demolición de su vivienda (219 m²), la última tras la venta y destrucción de los otros 280 hogares del sector para la construcción de un centro comercial, el cual no detuvo sus obras mientras se negociaba con la pareja china.
Para 2007, meses antes del cierre de las negociaciones, el hogar de Ping y Wu sobrevivía en una fosa de 17 metros de profundidad, preparada para el arribo de materiales, obreros y camiones que debía levantar el futuro centro comercial. Finalmente, ese mismo año (y a diferencia de la compensación por la pareja aceptó un departamento en el centro de la megápolis, similar en tamaño a su vivienda original, tal como informó en su momento el portal China Daily.
No solo se trata de vecinos versus centros comerciales y rascacielos privados, sino también contra el ambicioso plan de infraestructuras del gobierno chino, cifrado en USD 7 billones, según BBC World. Los gobiernos locales imponen la expulsión de barrios completos para erigir ferrocarriles, autopistas, líneas de Metro y circunvalaciones. Uno de los casos más famosos fue el de la vivienda aislada en medio de una carretera, comprada en 2001 por Luo Baogen y su esposa en Shanghái, quienes rechazaron la venta de su hogar debido a la indemnización ofrecida por el gobierno era la mitad del valor del reacondicionamiento realizado por Baogen. Finalmente, en diciembre de 2012, la pareja aceptó una compensación por 260.000 yuanes y un solar donde podían construir su vivienda.
No obstante, estas historias no siempre terminan en un final feliz. Tras la demolición de la vivienda de Ping y Wu, un vecino señaló a China Daily: "la gente común no puede vencer a los inversionistas [...], pero tampoco hay que crearle problemas al gobierno".